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La arepa enamora a España

Arepa Olé es la primera franquicia de comida venezolana en España. Factura más de 3 millones de euros al año y proyecta abrir cinco locales anualmente. La arepa es su bandera y se vale de la fusión gastronómica para enloquecer el paladar madrileño.

María Alejandra Almenar / @Mariale_Almenar

A lo largo de la historia, los españoles han demostrado debilidad por Venezuela. Se enamoraron de nuestra tierra, de nuestras mujeres, y ahora, cómo no, de nuestra arepa.

Arepa Olé es la primera cadena de comida venezolana en suelo ibérico y promete lograr la conquista a punta de harina de maíz y queso blanco.

La arepa, además de ser el plato más importante de la dieta venezolana, también es el estandarte que gastronómicamente nos ha dado a conocer en otras tierras. Es la principal embajadora en las mesas extranjeras y ha sido fuente de progreso y estabilidad económica para Edgar Rodríguez y su familia desde el año 2012.

El sueño caraqueño

La historia de Edgar Rodríguez puede catalogarse como el “Sueño caraqueño”, es el perfecto ejemplo del venezolano que, sin mayores recursos, emigró de su país y que tras mucho trabajo y sacrificio, logró imponerse generando un modelo de éxito, que además exhibe la cultura de su tierra natal. Sin embargo, este idílico ejemplo no se dio como un cuento de hadas.

Edgar Ramírez tuvo el inicio típico de todo inmigrante indocumentado: tres trabajos al mismo tiempo –desde obrero de construcción, pasando por repartidor de pizzas, hasta vendedor de seguros- una situación económica delicada y el arranque obligatorio que supone el inicio de una nueva familia al casarse con su esposa –la también emprendedora- Sónsoles García – Redueles en el 2010.

La unión de Rodríguez y su esposa fue el despegue para Arepa Olé. Ella es española, publicista, especialista en marketing y propulsora de este negocio que rápidamente se ha convertido en franquicia.

El secreto, según reseña el portal Venezuela al día, consiste en haber concebido el negocio como un restaurant de comida venezolana para los españoles. La intención se aprecia claramente en la imagen de la marca: combina los colores rojo y amarillo –colores de la bandera española- e introduce el quizás más representativo vocablo del lenguaje castizo: Olé.

En entrevista para el portal Zeta, Rodríguez explica que la idea inicial del emprendimiento, era la distribución de productos venezolanos, lo que se transformó luego en la exitosa cadena de comida criolla.

Luego de su matrimonio, “nace la idea del Kiosko Venezolano, que era, básicamente, una empresa de distribución de productos venezolanos aquí en España y se nos dio la oportunidad de entrar en un pequeño local en la zona de Chueca y como teníamos ya en la cabeza la idea de una arepera, pues allí nació Arepa Olé.

De aquel inicio, ya han pasado 8 años, han abierto 11 establecimientos bajo el modelo de franquicias, tienen tres modelos de negocios –restaturant, foodtruck y take away- y facturan alrededor de 3 millones de euros anuales o 3.5 millones de dólares americanos.

El maíz todo lo da

El concepto de la arepera en Venezuela no era nada glamuroso. Se trataba de restaurantes abiertos las 24 horas que recibían a los trasnochados jóvenes que a cualquier hora salían de las discotecas con hambre de seguir la fiesta.

Este modelo, evolucionó en manos de los venezolanos que ahora andan por el mundo y que quieren presentar a sus países anfitriones, una versión más gourmet de nuestra comida típica (ver Dios salve a la Reina… Pepeada).

El caso de Arepa Olé ha sido exitoso porque además de ofrecer las típicas “pelúas”, “sifrinas” o “llaneras”, han sabido fusionar la propuesta venezolana con los sabores ibéricos, dando paso a productos como “la cabrita” o “la ibérica”, todas con una excelente presentación, altísima calidad de los productos, esmerado servicio y una delicada mezcla entre la iconografía pop de los dos países, que en este caso, han sido protagonistas de un eficiente y productivo mestizaje.

La cosecha se recoge rápidamente. La inversión inicial de los Rodríguez – García fue de 16.000 euros -unos 18.700 dólares, lo que podría costar un apartamento en el oeste de de Caracas a la fecha.

Este capital se recuperó en los primeros dos años gracias a interminables 14 y 16 horas de trabajo diario, ya que todo el dinero fue invertido en materia prima, publicidad e infraestructura. Durante estos primeros años – en su primer local en el sector de Chueca en Madrid- no contaban con personal externo.

Al tercer año, iniciaron su proceso de expansión: emplearon personal contratado y abrieron su segundo local –esta vez en Plaza Mayor- ya bajo el modelo de franquicia. Así nació la primera franquicia de comida venezolana en España. De ahí hasta ahora, ya son siete locales en Madrid y cuatro  foodtrucks regados por el país, con una perspectiva de crecimiento de abrir cinco locales por año.

Números que enamoran

Arepa Olé también se presenta como una oportunidad de inversión. El modelo franquiciable de este negocio tiene muy buenas perspectivas.

Según el portal Mundo Franquicia, esta cadena de restaurantes se proyecta como muy exitosa y estable en el futuro, gracias a que en este momento, el 70% de sus clientes es español. Esto habla de su gran aceptación por el público local y de una correcta estrategia de marketing (a la que sólo dedican el 1,5% de su presupuesto anual).

La inversión inicial para la franquicia es de 60.000 euros (o 70.000 dólares), más un derecho de entrada de 14.000 dólares y un royalty del 5% anual con una vigencia de contrato de cinco años y un retorno de inversión a dos años. 

Todo esto, es el modelo de negocios de los restaurantes fijos, pero los costos pueden disminuir considerablemente si se opta por los foodtrucks o los take away.

 Entre las ventajas que tiene esta propuesta según el portal Info Franquicias, están su versatilidad en modelo de negocios, la posibilidad de servir comida en mesa o para llevar, ofrecer un producto que se ajusta a necesidades especiales (veganos, celíacos) y tener todo un posicionamiento de marca con acciones de marketing y publicidad originales.

El ciclo se cierra. Los “gallegos” y portugueses dueños de aquellas viejas y  descoloridas areperas pueden ver con satisfacción como su legado retorna a la madre patria, pero esta vez la arepa se viste de lunares y seduce con generosas porciones llenas de sabor venezolano, el exigente paladar de una de las sociedades más cosmopolita del mundo.

 

 

 


PUBLICADO: 17 de julio de 2018