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Cara a cara con Jorge Roig

 

Jorge Roig, presidente de Fedecámaras, es un escalador profesional de montañas. “He subido las más importantes del mundo, como el Everest y el Kilimanjaro, y otras de Nepal”, una disciplina en la que ha aprendido a sobrevivir en contextos muy adversos y un entrenamiento más que idóneo para enfrentar como representante del empresariado venezolano un momento crítico en la historia del país. A ellos culpa el Ejecutivo de iniciar una “guerra económica contra el Gobierno” y de ser responsables, incluso, de las colas que se forman en los puntos de venta para adquirir alimentos, así como de la escasez en Venezuela. 

“El país está diferente y es preocupante” dice antes de comenzar a responder las preguntas de la entrevista con PRODUCTO. Con una agenda muy apretada, Roig quien es de la misma línea de su antecesor Jorge Botti y representa la continuidad de su gestión, toma las riendas del gremio y da la cara ante el Gobierno nacional y los ciudadanos para deslindarse, como lo afirma, de la acción política. Su único objetivo, asegura, es guiar con un liderazgo innovador a los empresarios por el camino del progreso como el sector productivo que genere bienes y servicios, y a su vez esto repercuta en el desarrollo de la nación.

“Me gusta que vean el lado humano, a los empresarios nos tildan muy mal y somos personas que también tenemos una vida, amamos el país y sentimos lo que pasa”, acota.

—¿Qué representa para usted ser el presidente de Fedecámaras en este momento tan complejo?

—Va más allá de una larga carrera gremial de 33 años, de la que me siento particularmente orgulloso. No sé si por azar, fortuna o por designios de Dios me ha tocado estar a la cabeza del gremio en un momento muy importante, lo cual asumo con responsabilidad y compromiso. 

—¿Cómo cambiar la imagen negativa del empresariado que promueve en la opinión pública el propio Gobierno?

—El hecho de que se nos vea como unos simples ‘suplicadores de dólares preferenciales’ es un tema que siempre aprovecho de comentar y del que me quiero apartar. No es una aspiración del sector empresarial estar rogando por divisas, ese no es nuestro trabajo. Esto se hace porque se necesitan materias primas para que el proceso productivo –nuestra verdadera preocupación– continúe, pero es indignante que se nos vea así.

—¿Cuál es la prioridad de su gestión?

—La prevalencia de la empresa privada. Se debe pensar qué hacer en un momento tan complejo, en el cual hay ataques a los valores y principios que esta institución, con casi 70 años, siempre ha defendido. Nos vemos amenazados y mi principal responsabilidad, mucho más allá los hechos circunstanciales con los dólares y las regulaciones, es defender a este sector privado.

—¿Cuál es su diagnóstico de la economía venezolana y cómo avizora este  trimestre?

—Muy complejo. En este trimestre no hay ninguna posibilidad de mejora a corto plazo y para que el país avance tendríamos que comenzar a tomar medidas hoy y continuarlas durante mucho tiempo. Sólo de esa manera en un mediano y largo plazo comenzaríamos a ver los resultados, de lo contrario seguimos postergando decisiones transcendentales en materia cambiaria, ajustes fiscales, Ley del Trabajo, flexibilidad económica para generar confianza en el país.

—¿Fedecámaras le ha hecho saber al Gobierno cuáles son esas acciones?   

— Sí, le hemos recomendado flexibilizar y despenalizar el régimen cambiario, así como el laboral para que haya una mayor eficiencia; es necesario que la inamovilidad la cambiemos por estabilidad laboral. El otro factor simplemente no se puede sugerir, el Gobierno debe generar confianza en el inversionista.

—¿Qué propone?

—La idea es que haya más oferentes en la calle y para eso hay que modificar el régimen cambiario para que el Banco Central de Venezuela no sea el único actor que entregue divisas a la sociedad. Deben involucrarse en ese proceso Pdvsa, las empresas básicas y particulares, sería una maravilla que también entraran como alternativas las casas de bolsas  y la banca privada.

—¿La Ley del Trabajo tendría que ser modificada?

—Creo que serán los mismos trabajadores quienes, en algún momento, solicitarán una reforma, aunque sea parcial. La ley, como no fue discutida y pensada en conjunto, no ha dado soluciones a los empresarios ni a los empleados.

—El presidente Nicolás Maduro acusó al empresariado de estar detrás de una “guerra económica”. ¿Están ustedes en guerra con el Gobierno?

—Nos tildan por errores que nosotros ya reconocimos y que cometimos en el pasado, queremos pedir al Gobierno que pase la página de una vez por todas, pero no lo logra hacer. El ejercicio de satanizar a Fedecámaras no les ha dado muy buen resultado, hoy en día todas las encuestas señalan que tenemos una buena imagen ante la sociedad. Los empresarios estamos apostando a las soluciones y el pueblo lo sabe. Nosotros no somos soldados y de guerra no sabemos nada, ese término no pertenece al vocabulario del gremio ni es nuestra manera de dialogar. Sabemos y hablamos de producción, materias primas, resultados, bienestar social y contratos colectivos con nuestros trabajadores, ese es el idioma que manejamos.

—El Gobierno lo convocó a usted a una reunión. ¿Con quiénes hablaron y qué conversaron en ese encuentro?

—El Ejecutivo nos convidó en una cadena nacional a manera de citatoria pública para reunirnos con el ministro de Interior y Justicia, Miguel Torres. La primera reacción, y por qué no decirlo, fue de miedo ya que no invitó el despacho de economía. Sin embargo, ese encuentro lo celebramos porque fue la primera reunión oficial con el Gobierno de Maduro.

—¿Qué temas se trataron?

—Fue una reunión muy cordial en la cual se conversó sobre la situación política y social. El ministro nos pidió que no contribuyéramos a que el ambiente se enrareciera mucho más de lo que está. Le expresamos nuestro punto de vista y los problemas que tenemos con el acceso a los suministros y los conflictos laborales; le indicamos que esa es la verdadera causa de los problemas y la conmoción social que se está viviendo en Venezuela.

—¿Qué aspecto positivo resalta de la reunión?

—Dejamos la agenda abierta con una relación que, para nosotros, es muy buena. No hay por qué engañar, si alguien sabe en qué anda Fedecámaras es el ministro Torres, él tiene los mecanismos para informarse
y conoce que nuestro cronograma de trabajo es totalmente transparente.

—¿Se puede, entonces, dialogar con el Gobierno?

—Nosotros hemos tenido mucho más diálogos y encuentros con el sector público de los que han podido reseñar los medios de comunicación, no se divulgan porque el Gobierno nos lo ha pedido así, hay una cierta hipocresía en cuanto a las relaciones con el Ejecutivo. Tenemos reuniones extraoficiales con ministros y después no lo podemos decir. Creo que el punto es quitarse el prejuicio y resolver los problemas, que es lo que se necesita, por eso Fedecámaras está dispuesto a trabajar en equipo.

—Habla de prejuicios y de una historia difícil que tiene ya más de una década, ¿cuáles son los errores que ha cometido el empresariado?

—Fedecámaras cometió un solo error y fue creer que esta institución es para ejercer el poder político.

—¿En qué momento retomaron la esencia de la institución?

—Formo parte de las últimas dos directivas de Fedecámaras y puedo darte fe de que sí lo hicimos. Más allá de los estilos de otros presidentes, puedo asegurar que estamos pasando la página y haciendo ver los errores. Estoy aquí no sólo para reconocer el error que cometió hombre sino también una institución. No fue Pedro Carmona solamente, fue una organización que en un momento dado se desvió y no entendió cuál era su papel dentro de la sociedad. Siento que es una lección difícil, pero bien aprendida y espero que no se repita.

—¿Cuál es el papel que deben cumplir los empresarios?

—Nuestro papel es el de promover políticas públicas y defender nuestros intereses de manera abierta y transparente, que en muchas ocasiones son contrapuestos con los del Gobierno y eso no es nada extraordinario aquí y ni en otro país del mundo. Nuestros principios son clarísimos, pero nos gustaría saber qué defiende el Gobierno para poder conseguir las áreas en común.

—¿Cuál es la línea de gestión que siguen en estos momentos?

—Influenciar en la agenda pública para que se hagan las cosas de la mejor manera. Tenemos la experiencia que el tiempo nos ha dado y que nos permite ser unos excelentes consultores, así como ofrecerle alternativas a cualquier gobierno de turno. Eso ocurre en todos los países del mundo menos aquí, incluso en Ecuador y Argentina se reúnen con el empresariado de una forma rutinaria.

—¿Cuántas empresas venezolanas han cerrado o desaparecido en los últimos años?

—Cifras del Instituto Nacional de Estadística: 320 mil establecimientos empresariales y 4 mil industrias.

—¿En Venezuela se aplica realmente una economía socialista?

—Es una etiqueta que, más allá de los trasnochados modelos que pretenden implantar, no tiene concierto en la economía mundial. No creo que haya una economía socialista o capitalista, sólo hay países lentos y rápidos. Venezuela se mueve muy despacio y estamos perdiendo la carrera con nuestros vecinos por una cantidad de ideologías confundidas que no nos dejan avanzar, el tema es pensar globalmente para actuar localmente. Las etiquetas de derecha, izquierda, capitalismo, socialismo son simplemente tildes.

—¿Los empresarios sobreviven en Venezuela?

—Y en cualquier parte del mundo. Es una categoría difícil de exterminar, precisamente porque la palabra empresario no es un título que te entregan, somos innovadores y cuando hay problemas sabemos sostenernos, muchos empresarios venezolanos están triunfando en el exterior y me da tristeza porque no lo están haciendo aquí. Ministros de economía de otros países, como Panamá, nos agradecen por la labor que hacen nuestros coterráneos en esas naciones. Al final, el que está pasando trabajo es el consumidor.

—¿Qué pasa con los que se quedan y siguen apostando por el país?

—Hay que reconocer que hemos tenido muchos años buenos, quizás los tres últimos años han sido particularmente complicados, pero tú no puedes sacar la vida de los empresarios por un trienio. Somos optimistas y después de la tormenta viene la calma. Es verdad que estamos en una situación bien compleja, pero sería ridículo, absurdo o irreverente negar que durante varios años aquí hubo un empresariado que le fue bastante bien.

—¿Qué consejo le daría a un emprendedor que desee iniciar un negocio?

—Cuando ves las cosas a corto plazo y con miopía todo parece estar negro, el tema es alejarte de eso. Me jacto de conocer muy bien, no sólo los países que visito por mis funciones, sino que por mi rol de empresario me he dedicado a estudiar los modelos de desarrollo de otras naciones y es difícil encontrar oportunidades y márgenes de ganancias como los que se consiguen en Venezuela. Hay dificultades y obstáculos, pero todavía animaría a emprender. En este país está todo por hacerse.

—¿Se puede ser optimista?

—Absolutamente. Somos 29 millones de venezolanos con un ingreso de 90 mil millones de dólares. Estamos, prácticamente, dotados de la mano de Dios con todos los recursos naturales y su gente que es maravillosa, lejos de las diferencias políticas. Todo esto va a pasar y vamos a tener nuevamente un país donde podamos vivir, apostar y eventualmente morir con dignidad.

—¿Estamos en la peor crisis económica y social de la historia?

—Coincido en que son los peores años, específicamente los últimos, porque es la profundización de un modelo que nos deja solos en el planeta, porque nadie lo sigue.

—¿Cuántos tiempo cree usted que le costará a Venezuela volver a estar a la par del crecimiento de otros países de Latinoamérica?

—Todo dependerá de cuándo se tomen las medidas necesarias, aquí hay efectos a corto, mediano y largo plazo. Algunas políticas tendrán resultados más rápidos como los ajustes fiscales y devolver confianza, otras como reconstruir el aparato productivo tardará más tiempo. Si hacemos las cosas muy bien durante años podemos estar encontrando un buen camino en una década.

—¿Es posible el recuento entre el Gobierno y el empresariado?

—Para lograr los grandes cambios la sociedad se necesita un consenso, una cohesión y un pacto social que en algún momento va a tener que ocurrir. No podemos seguir toda la vida enfrentados.

—¿Hay que creer que mejorará la economía y la calidad de vida?

—Este país está condenado al éxito y vale la pena apostarle. Pido que nos quedemos, porque lo que hoy nos parece un larguísimo proceso de descomposición y de medidas que van en contra del venezolano, pasará. En el mundo del mañana yo perfilo una Venezuela como una gran potencia importante, eso se lo debemos a la generación que viene.

YIY


PUBLICADO: 13 de febrero de 2014