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Cocinando una marca país

Sumito Estévez es conocido por ser un mediático chef que además de su buena cocina, se ha dedicado a promover fuera de nuestras fronteras la cultura gastronómica y alimentos con denominación de origen de Venezuela. Pero probablemente, su faceta de docente no sea tan conocida y a través de su fundación Fogones y Bandera pretende capacitar a jóvenes apasionados por los sabores de nuestra tierra. Un sistema de becas con 49 beneficiados, un diplomado con el aval de la UCAB y la difusión de diversas líneas de investigación sobre nuestra gastronomía son el menú que este cocinero criollo sirve a la comunidad con un ingrediente común: la pasión por rescatar la autoestima nacional.

María Alejandra Almenar / @Mariale_Almenar

Puede que nuestros bachilleres conozcan sobre algunas fechas patrias y bailes folklóricos pero no tienen un conocimiento profundo de nuestras tradiciones y de lo que puede mostrarse de Venezuela en el mundo más allá del petróleo, el beisbol y las misses. Construir una identidad nacional tal vez pueda ser el inicio de una sociedad más equilibrada a partir de ciudadanos empoderados y con una sensación de merecimiento que los lleve a exigir y procurarse mejores condiciones de vida.

Sumito Estévez y su esposa, Sylvia Sacchetoni de Estévez lo han visto claro: la marca país se cocina a fuego lento y han puesto a su fundación Fogones y Bandera como plataforma para enseñar a jóvenes a cocinarse un mejor futuro.

Somos lo que cocinamos

La Fundación Fogones y Bandera es una fundación sin fines de lucro, cuyo propósito es fortalecer la identidad patria desde la cocina. Esta iniciativa surge en el año 2015 cuando sus fundadores quisieron masificar las becas que le facilitaban a algunos estudiantes de su escuela de cocina en Margarita.

A propósito, su actual directora Inés Ruiz Pacheco –quien en su momento fue beneficiaria de una de estas becas- comenta que en Margarita la experiencia de becas se tradujo en que los participantes generalmente se involucraban en el trabajo con la comunidad lo que hizo que esa experiencia micro que beneficiaba a unos pocos estudiantes, se masificara. "Afortunadamente, en ese momento contabamos con el apoyo de los recursos económicos aportados por el Banco de Desarrollo para América Latina CAF y con ello desarrollamos un proyecto durante un año y medio para ayudar emprendedores gastronómicos a desarrollar sus modelos de negocios que se transformó luego en el Sistema Nacional de Becas”.

Primer plato

La fundación Fogones y Bandera tiene tres líneas de acción. El primer plato sirve oportunidades de formación a través de su Sistema Nacional de Becas. Al respecto, Inés Ruiz explica que esta línea de acción es en la que han tenido mayores logros. "Estamos convencidos de que la cocina genera grandes cambios en la vida de las personas porque los conecta con sus saberes personales, con su entorno y les ofrece un oficio que puede convertirse en una oportunidad de emprendimiento y generación de empleo tanto para su entorno familiar, como para la comunidad, convirtiendo a un potencial cocinero, en un potencial empresario".

Asimismo, Ruiz refiere que el Sistema Nacional de Becas se dedica a gestionar los recursos para hacer que los jóvenes postulados puedan completar sus estudios de cocina en 8 escuelas reconocidas al nivel nacional:  Instituto Culinario de Caracas y el Instituto Europeo del Pan en Caracas, Instituto Laurus de Carabobo, el Centro Gastronómico de Maracaibo Alejandro Magno, el Centro Culinario de Investigación Amazónica en Puerto Ayacucho, la Escuela de Cocina Rubén Santiago y el Instituto Culinario y Turístico de Cocina Fundachef en Margarita. En la actualidad, la fundación ya cuenta con 49 becados y se proyectan llegar a los 100 en el 2018, ya con 23 egresados. La manutención de estos becados asciende a un costo de 5.000 dólares aproximadamente, una cantidad inmensa en moneda local, pero irrisoria en cuanto a los costos de estudios culinarios en otros países.

El perfil del postulado es el siguiente: jóvenes bachilleres entre los 16 y 25 años con vocación social, capacidad de trabajo en equipo y aptitudes para ser cocineros. Explica la directora de Fogones y Bandera que fundamentalmente ellos unen las manos de quienes piden la ayuda – los postulados a las becas- con quienes ofrecen  –los padrinos- y quienes imparten la formación como cocineros y les proporcionan las competencias duras y blandas a los estudiantes –las escuelas. Todo con el propósito de generar un cocinero integral que no vea la cocina como una moda, sino como un oficio que lo conecta con la salud, el bienestar y el placer de su comunidad. "Queremos becar a muchachos a los que podamos ayudarles a desarrollar su línea de vida y a hacer una carrera en los fogones”.

Segundo Plato

La segunda línea de acción de Fogones y Bandera radica en el impulso de los emprendedores gastronómicos a través de la formación en modelos de negocios sostenibles y sustentables. Para ello se sirven del Diplomado de Emprendimiento Gastronómico con el aval de la Universidad Católica Andrés Bello, a través del Centro Internacional de Actualización Profesional. En este caso, el 50% de la matrícula se beca siempre que el emprendedor tenga un producto en comercialización con posibilidad de expansión.

La tercera línea de acción de la fundación es el de la investigación. En este sentido, Inés Ruiz explica que quieren desarrollar el estudio y documentación para la valoración patrimonial de los alimentos propios del país, su uso y explotación.

La autoestima como ingrediente secreto

Uno de los objetivos de esta fundación es rescatar la autoestima del venezolano. Reforzar los valores positivos del ciudadano trabajador y de los productos que puede ofrecer el país para su reconstrucción social. “Todos los venezolanos en este momento estamos haciendo algo por el país desde lo que cada uno sabe hacer, que en nuestro caso es el oficio gastronómico, en el que radica parte esencial de lo que es ser venezolano. Cuando como ciudadanos nos refuerzan lo positivo de nuestros productos o de nuestros saberes familiares y podemos ver en ello una oportunidad para salir de la crisis, empezamos a reconocer eso que somos, que empieza en el saber de nuestra casa y que luego se irradia a la comunidad".

Explica  Inés Ruiz que cuando una persona se siente orgullosa, su autoestima se eleva porque se ve a sí mismo como fuente de crecimiento. "Cuando la autoestima está elevada empezamos a vivir de manera positiva, lo que genera una oportunidad de formación, de desarrollo y de cambio. Un cocinero comprometido con su comunidad puede revalorizar sus ingredientes y a través de ellos, a su cultura, tal como lo demuestra la experiencia de Margarita Gastronómica que le ha cambiado la cara a la isla”.

Venezuela en la maleta

La intención de la fundación a través de sus distintas líneas de acción es generar un sentido de pertenencia que haga que los cocineros y emprendedores sean una muestra de lo que el país puede llegar a ser, convirtiéndolos en hacedores de patria desde sus tierras o en embajadores de la misma desde fuera. Es por ello que apuntan al empoderamiento de sus egresados, los cuales además de cocineros, salen preparados para ser líderes que se orienten a impactar a la sociedad no solo con sus recetas sino con su aporte al crecimiento y cambio de sus comunidades. “Sea cual sea el plan a largo plazo de nuestros estudiantes, para nosotros como fundación es vital que nuestros egresados hagan una retribución social, ya sea a través de la replicación de sus conocimientos, de la participación en causas sociales, del apadrinamiento de nuevos talentos o de alguna forma de vinculación con la comunidad”.

Buscando padrinos

Las becas son posibles gracias a un banco de padrinos que ayudan a mantener los estudios de estos jóvenes. Este apadrinamiento incluye tanto los ingredientes de las prácticas, como las matrículas en las escuelas que oscilan entre los 10 y 20 millones de bolívares mensuales dependiendo de la escuela de formación. Estos padrinos en su mayoría son cocineros reconocidos que, desde fuera de Venezuela, se han preocupado por ayudar a los nuevos talentos a adquirir una formación integral, pero la fundación espera recibir el apoyo de toda la comunidad e insta a todo aquel que pueda, a convertirse en un padrino total o parcial de los nuevos estudiantes.

La fundación tiene varias formas de captar a los padrinos y madrinas que hacen posible que la primera línea de acción de la organización. La principal manera de conseguirlos es a través de la recaudación de fondos, pero también otros se han hecho presentes gracias a las redes sociales. Cuentan entre sus filas a personalidades como Carlos Coarta –bartender venezolano en Nueva York-, Frans Conde –Chef Venezolano en Bulgaria, Floralicia Anzola –comunicadora- y otros muchos que prefieren mantenerse en el anonimato. Quien quiera colaborar con esta iniciativa, no tiene que apadrinar los estudios completos de un becado, puede hacerlo con una donación voluntaria y parcial. Basta con ponerse en contacto con la fundación a través de su correo electrónico fogonesybandera@gmail.com o de sus redes sociales @fogonesybandera en Instagram y Twitter. Los alumnos mantienen comunicación con sus padrinos ya que el programa de becas fomenta la gratitud como valor.

Aunque en este momento están focalizados en Venezuela, los directivos de la fundación ven su trabajo como un sueño replicable que incluso pudiera becar a estudiantes venezolanos en América Latina. Sin duda,  esta iniciativa tan nutritiva como apetitosa, puede llevar el sabor de Venezuela a muchas latitudes.

 

 


PUBLICADO: 02 de mayo de 2018