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Marketing político: causa y efecto

Son muchos los análisis que, de la situación política de estos últimos 17 años, se han presentado. Desde esta ventana, dada mi formación en marketing de productos y servicios, veo la aplicación del marketing en la política venezolana como el éxito de una corriente y, a su vez, la no aplicación de las reglas básicas del marketing, como el fracaso de la otra.

Revisemos conceptos básicos: Primero, definimos el marketing político como la aplicación de principios de mercadotecnia y procedimientos en las campañas políticas. Los procesos involucrados incluyen el análisis, desarrollo, ejecución y gerencia de campañas estratégicas de candidatos, partidos políticos, gobiernos, y grupos interesados en influenciar la opinión pública, dar avance a sus propias ideologías, ganar elecciones y hacer legislaciones en respuesta a las necesidades y requerimientos de personas o electores a conquistar.

Segundo, tenemos la categoría filosófica de “causa” y “efecto” lo cual expresa la relación existente entre dos fenómenos, de los cuales uno, llamado causa, produce ineluctablemente el otro, denominado efecto; esa relación recibe el nombre de relación causal (o de causa y efecto). De la nada surge nada.

Si unimos ambos podríamos decir que un candidato surgido de una necesidad evidente puede catapultar su aceptación del pueblo elector, en caso que aplique las correctas estrategias de mercadeo en la campaña para lograr la preferencia del elector. En otras palabras, no solo tiene que ser un buena opción o candidato, sino que tiene que tener el efecto de unas acertada estrategia de marketing.

El posicionamiento político es vital y necesario.

La clave del éxito es que la campaña orientada por el método del marketing político logra que el mensaje estratégico sea uno. Que la promesa electoral responda a las necesidades del elector, que su “posicionamiento” en la mente del consumidor sea único, creíble, diferenciado y atractivo. Dice lo mismo el slogan de campaña que la imagen del candidato. Hay un único mensaje expresado de mil maneras.

Digamos entonces que el posicionamiento político es necesario. Enmarcarlo dentro de la estrategia de marketing y su oferta electoral lo diferencia y le da un espacio de aceptación, menor o mayor. En otras palabras cada producto tiene su promesa básica y si compiten en la misma categoría, con formulas muy similares, el posicionamiento de marketing hará la diferencia. Uno de las marcas siempre lidera en su categoría. Muchas ofrecen el mismo servicio básico pero su estrategia y posicionamiento son diferentes. Uno de todos es preferido. Así pasa en la política.

Analicemos el caso venezolano. Hugo Chávez nace a partir de una causa con arraigo nacional. El país clamaba por un nuevo panorama. Una nueva oferta electoral que abriese la ventana de los cambios. El candidato se convierte en presidente cabalgando en una clara lectura de las necesidades y una oferta electoral distintiva: La constituyente. Una promesa que diera fin a los males del pasado etiquetados como “la cuarta república”.

A partir de ese momento su gestión política, legislativa y de gobierno se basó en una Venezuela para los más necesitados, una nueva Venezuela para todos. La nueva república, la Quinta república. Todo lo pasado republicano era malo e indeseable según su discurso.

Esos factores conforman el posicionamiento político del presidente candidato y miembros del partido que lideró.

En el otro extremo los partidos y líderes de la oposición se tambalean ante la fuerza y contundencia del adversario gobernante. Sus estrategias electorales se distancian de la mayoría de los electores.

El Gobernante tenía una estrategia, promesa, mensaje, slogan y estrategia de medios única, solida, aceptada y necesitada. Creíble y estimada. Tenía una oferta DE PAIS. Un sueño de futuro. En lenguaje de marketing: Un claro y único posicionamiento.

A la hora de la batalla electoral los rojos son preferidos frente a la ausencia de un claro posicionamiento de los adversarios. Esta falta de identidad propia de la oposición es inteligentemente aprovechada por los estrategas gobernantes quienes los etiquetan como: Oligarcas, capitalistas, cuarto republicanos, contra revolucionarios y demás adjetivos indeseados que sustentan el “No volverán”. En pocas palabras el gobierno “reposiciono” fulminantemente a la oposición como lo indeseable. Y para colmo la oposición no reacciono con una oferta de país mas allá de un fuera Chavez.

Un estratega de marketing de talla mundial como lo es Al Ries, co actor del libro Posicionamiento, la batalla por la mente y muchos textos más, nos confesó que las razones de la crisis política de

Venezuela era un problema de Marketing. Dio estos ejemplos: Frente a Pepsi hay una Coca Cola, contra Bayer está Tylenol, en vez de Ariel puedes optar por ABC pero frente a el socialismo del siglo XXI que se ofrece? Solo salir de el? Así no ganaran nunca, sentenció acertadamente.

La oposición hasta ahora no ha consolidado un proyecto de país. Una oferta alternativa. Un sueño de futuro. Una ideología. La oferta de un cambio no es inédita. El cambio es necesario por la dimensión de la crisis que hace plausible que cualquier cosa que esta es mejor. Cualquiera salida puede ser desesperada.

Ganar porque el opositor no cumplió no es garantía de que el elector esta fielmente comprometido a la oferta contraria. Hay que construir una visión de un nuevo país, forjado sobre sólidas bases que tengan como soporte el pueblo elector venezolano, quien convencido que ese es el camino labre, hombro a hombro, con los asambleístas el deseado futuro. Si no es así, vendrán tiempos peores.

Si la causa no tiene efecto, aquellos dirán: “We will come back!” y más pronto que tarde podrían regresar.

Por Gustavo Ferraro @gustavoferraro.


PUBLICADO: 05 de febrero de 2016