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Sobrevivir o cerrar, esa es la cuestión

Sobrevivir a esta crisis económica”es la frase que define el norte de quienes gerenciamos medios de comunicación impresos en esta convulsionada Venezuela de hoy. Ni siquiera los medios afectos al Gobierno, como es el caso del Últimas Noticias, por ejemplo, han podido soportar la sequía de dólares y suministros, que duramente golpean a este sector empresarial. “No está fácil”, como dicen en la calle, vender un periódico en 40 bolívares (precio actual del diario La Voz y que representa la mitad del costo de un café pequeño) y tener que pagar a los proveedores, montos millonarios por insumos importados a dólar libre, pues ninguno, en desde hace tiempo, está recibiendo divisas oficiales.

Y es que el drama de los impresos es sumamente complejo, ya que sus dos “patas” principales de ingresos están totalmente fracturadas. Por un lado, están las entradas económicas que provienen del pregón –la venta del periódico en si–, la cual se ha visto afectada en virtud de que el precio de un ejemplar no ha podido alcanzar los verdaderos índices inflacionarios que actualmente existen en Venezuela.

Unos zapatos de reconocida marca, por ejemplo, se vendían en 4 mil bolívares para enero del 2015, hoy, tan solo un año después, pueden costar más de 50 mil bolívares, dependiendo del modelo. Bajo esta tesis, aplicada en muchos rubros, todo el empresariado se vio obligado a aumentar 5 veces el costo de sus productos desde la fecha mencionada, situación que no han podido vivir los medios de comunicación impresos, pues un diario La Voz o un Meridiano a 150 Bs, o más, dejarían de ser productos vendibles en un país donde la prioridad de la gente es comer, según recientes estudios de la encuestadora Datos.

La otra pata de la mesa de los ingresos de todo medio de comunicación impreso es la publicidad, afectada notoriamente por la difícil situación que viven todos los sectores económicos del país, que ya no anuncian, no porque no crean en la importancia de la publicidad, sino porque no tienen inventarios suficientes para abastecer al público. Atrás quedaron las ofertas semanales que publicaban los supermercados o la pelea entre concesionarios de autos, publicitariamente hablando, solo por nombrar dos ejemplos.

Entonces, si los soportes financieros de una empresa están golpeados, ¿cómo sobrevive un medio de comunicación impreso? La primera medida práctica que todos los periódicos del país han tomado, ha sido la reducción de sus páginas. Atrás quedaron las ediciones diarias de más de 80 páginas para convertirse, en el mejor de los casos, en ejemplares que a duras penas llegan a las 32 páginas durante sus ediciones normales de la semana. Esto, sin dejar de mencionar, diarios que pasaron a ser semanarios o a tener 8 páginas para no dejar de circular.

Otra medida inmediata ha sido la reducción del porcentaje de devolución permitido, pues nadie se puede darse el lujo de botar papel, a través de periódicos no vendidos.

Esta dinámica aplica, por supuesto, para aquellas empresas editoriales, como la nuestra, que viven exclusivamente del producto de sus impresiones, pues hay muchos casos hoy en día de editoras que usan sus impresos, solo como fuentes de poder, para lograr contratos oficiales de infraestructura por parte de gobernaciones y alcaldías, que son los que les generan los verdaderos ingresos que estos grupos buscan.En síntesis, y en función al dicho que reza que “No hay mal que dure cien años…”, lo medios impresos están llamados a “aguantar el palo de agua”, hasta que exista una política clara y justa de abastecimiento de papel, insumos y divisas, tal y como existe en la mayoría de las democracias del mundo entero.

Los periódicos tienen que sobrevivir, no para ser factores activos de la política nacional, como algunos lo hicieron en la llamada Cuarta República, y ahora el Quinta, sino para ser órganos de difusión y comunicación que contribuyan con el desarrollo social, cultural y político de las comunidades, imponiendo un periodismo de denuncia que permita reflejar las carencias de la sociedad para que las autoridades locales, regionales y nacionales se sientan obligadas a producir las respuestas que todo pueblo necesita. Todo esto bajo la publicación de información oportuna, veraz, objetiva, imparcial, equilibrada y sin censura, tal y como lo establece nuestra Carta Magna.

 

Emilio Materán Bello

Periodista y vicepresidente del diario La Voz

 

 


PUBLICADO: 22 de junio de 2016