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Chef Adriana Urbina: la artífice del sabor venezolano en Nueva York

Casi 20 años de revolución chavista en Venezuela ha puesto todo “patas arriba”. La vida del venezolano promedio ha dado un giro radical, y es particularmente notorio el éxodo que la debacle ha implicado. Inclusive, la directora de la Academia Nacional de la Historia, Inés Quintero, ha dicho que no hay nada en la historia del país que pueda pararse al lado de la actual diáspora.

Sin embargo, entre la gente que ha tenido que emigrar también hay casos de éxito notorio. Es -por ejemplo- el relato de Adriana Urbina, una chef venezolana que a esta hora triunfa en Nueva York.

Ella había trabajado en restaurantes desde los 15 años. Y al cumplir los 18 ya había pasado por una escuela de cocina. En España fue discípula del célebre chef vasco, Martín Berasategui, y a los 19 años tenía asegurada una estancia de un año en Rouge Tomate, un restaurante de Manhattan.

Al llegar a la veintena volvió a Venezuela, con ganas de planear otros viajes. Pero la situación del país le imponía un duro reto: si quería salir debía pedir asilo político, sin boleto de regreso. Dio un paso al frente. Y no tuvo que lamentarlo: los últimos 5 años se ha hecho acreedora del rango de chef ejecutiva en De María, situado también en Nueva York.

Asimismo, Urbina lanzó su propia pop-up de comida, llamada Tepuy Dinning. No perdió tiempo para meter un poco de rayos catódicos a su receta, y ganó el show de cocina Chopped, del canal Food Network.

Emigrar a Nueva York

“Cuando la situación política de Venezuela empeoró, las cosas se volvieron muy peligrosas y no me sentía segura. Me di cuenta que mi calidad de vida no sería la misma si me quedaba porque era difícil encontrar incluso productos básicos, y yo sabía que no podía crecer así. Así que empecé a buscar en todos los maravillosos restaurantes en Nueva York y me sentí inspirada por la oportunidad”, relata la cocinera, en entrevista publicada por el portal especializado en negocios, Entrepreneur.com.

Y avanza en un relato un tanto agri-dulce: “Decidir pedir asilo político fue una decisión difícil. Me siento increíblemente cerca de Venezuela como mi hogar, pero estaba tomando la decisión de no ser capaz de regresar. Mi hermana estaba también viviendo en Nueva York, así que ella me ayudó a saber que tendría familia ahí, incluso cuando estaba dejando a otros detrás. Aún así estaba muy triste de irme, nerviosa por el futuro y asustada por no saber cuándo iba a ver a mi familia otra vez”. El cuento de Adriana se parece al de tantísimos que ya se han ido.

Emigrar es una cosa hoy muy difícil para el venezolano, pero –sin duda- es importante remarcar que no somos la vergüenza del planeta. Hay muchos criollos aportando valor a otras sociedades.

Urbina dijo que hace pocos años, el equipo de De María comenzó a asistir a sus pop-ups. Cuando estaban buscando un nuevo chef pensaron en ella y se unió a su equipo la primavera pasada. “Ahí, mis platillos me regresan a Venezuela cada día. Muchos de mis platillos traen historias de mi infancia y mi familia con ellas”. Su trama huele muy bien, pese a todo.

Una mujer con pantalones

Adriana resume que ser una chef ejecutiva mujer ciertamente tiene desafíos. Los cocineros a veces son resistentes a estar en una cocina donde hay una mujer al mando, expresó. “Ha habido momentos cuando la gente ha hablado a mis espaldas o piensan que no soy capaz, porque soy una inmigrante o porque soy mujer (o ambas). Es satisfactorio probarles que están equivocados, pero eso puede ser agotador. Hay que enfrentar estereotipos y dudas. Con esto dicho, mi equipo me respeta mucho y trabajamos bien colectivamente”. La diáspora tiene un lado sabroso.

“Yo pienso que especialmente importante para las mujeres en el mundo culinario ayudarnos a encontrar oportunidades unas a otras. Una de mis metas a largo plazo es ayudar a otras mujeres chef, especialmente inmigrantes, a empezar sus propios negocios culinarios. Cuando inició Tepuy, hubiera deseado tener a alguien que me ayudara a guiarme con los procesos, y quiero hacerlo con otras”, desliza en torno al protagonismo de las féminas en el mundo de hoy.

Su experiencia –indica- le ha enseñado a ser paciente. Sabe cómo moverse rápido en la cocina y solucionar problemas con agilidad, “pero cuando vienes como inmigrante, es también importante saber cuándo esperar”, precisa Adriana Urbina.

Y pone el punto final de salpimienta a su gustosa historia: “Hay mucho desconocimiento sobre el futuro de Venezuela y es inquietante no saber cuándo toda mi familia estará junta otra vez. Pero no cambiaría nada sobre mi decisión de mudarme. Esta experiencia me ha hecho una persona más fuerte, y me siento increíblemente afortunada de hacer lo que amo cada día y cocinar con el corazón. Ser capaz de ser creativa y darles a los otros una experiencia memorable de comida es un regalo”.

Los que se han quedado en Venezuela, tienen en ella una gran inspiración. Seguro.

 


PUBLICADO: 24 de septiembre de 2018