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El riesgo de pintar

El maestro Oswaldo Vigas falleció en Caracas este lunes 21 de abril a los 88 años. Dueño de una larga y fructífera carrera, logró reconocimiento nacional e internacional. Hoy queremos recordarlo con una entrevista que concedió a PRODUCTO para la edición 330, en junio de 2011.

A contiuación el texto:

"Por estos días se exhiben en el Centro de Arte Villa Tamaris, ubicado en Seyne-Sur-Mer, en la Costa Azul de Francia, más de 150 obras que recorren la fructífera carrera de Oswaldo Vigas desde sus inicios, a principios de los años 40, hasta su producción más reciente. Luego, la intención del artista es presentar la misma muestra en otros países de Europa y Latinoamérica, bajo un concepto denominado Itinerancia Vigas.

Oswaldo Vigas. Mérida–París–Caracas. Pinturas, la gran exposición de Villa Tamaris, es una realidad gracias al interés de la directora del referido centro de arte francés, quien es admiradora de la obra del maestro Vigas y, personalmente, lo contactó. Fue también su iniciativa editar un libro-catálogo de la muestra, que se ha distribuido en librerías del continente europeo; dicha publicación contiene textos de críticos internacionales reconocidos, una entrevista a Vigas y fotografías de sus obras, y de su archivo personal, organizadas cronológicamente, entre las que pueden apreciarse detalles como sus primeros dibujos del año 41 o su encuentro con Pablo Picasso en 1955.

Llama la atención que, a sus casi 85 años de edad, con una extensa y reconocida trayectoria artística e importantes condecoraciones y premios en su haber –como el Nacional de Artes Plásticas, Arturo Michelena, John Boulton, Latinidad, S.A.S. Prince Rainier III de Mónaco, Armando Reverón y AICA 2008–, Oswaldo Vigas solo haya realizado una retrospectiva en Venezuela. Un proyecto menos ambicioso que el expuesto en Francia, idea de Sofía Ímber en tiempos del Macsi, y de eso hace más de dos décadas.

La actual exposición en Europa “es una retrospectiva muy grande, que no se ha hecho nunca en Venezuela. La pude realizar porque yo guardo obras, no vendo todo: cuadro que quiero conservar no lo vendo, así lo quieran. Mi pintura no le gusta a todo el mundo, hay pocos coleccionistas que me buscan y esos me compran. Y vivo de eso, desde hace 30 o 40 años vivo de mi pintura, vivo y hago vivir a todos los que me rodean, de mi arte. Es una gran suerte, la mayor parte de los pintores venezolanos venden muy poco y la gente no los busca, son ellos los que buscan a la gente”.

Tan ansiada es su obra que guarda en un rincón de su taller una serie de falsificaciones que han ido apareciendo en los últimos 20 años. Por el trazo, cree que muchos de estos cuadros son hechos por la misma persona y que es en Venezuela donde se ha originado el plan: las introducen en el mercado con un precio por debajo de su valor real y, avaladas por peritajes también falsos –han copiado los de Alfredo Boulton y Juan Calzadilla–, las venden. Al pasar de mano en mano, se pierde la pista de su origen, nadie sabe de dónde salió el cuadro, “están bien organizados”, acota Jannine, la esposa de Vigas, quien también cuenta que la falsificación más reciente la compraron en Mercado del Arte, vía internet. Hasta ahora nadie ha denunciado el asunto, no creen que sirva de algo.

Sobre las razones de la aceptación y trascendencia de su obra, el maestro cree que son varias, especialmente, su personalidad: sin poses, cercano y abierto a la comunicación. “No ando dándomelas de importante, me comporto humildemente, como debe ser, y quizás eso atrae a la gente. No me imagino viviendo solo sin ver a nadie, siempre he sido así, desde que era niño, me gusta comer con la gente, compartir, invito a todo el mundo y no le cierro la puerta a nadie”.

La constancia, seguramente, también influye en toda esta historia: pese a su edad y a usuales problemas de salud, pinta casi todos los días, sin ideas preconcebidas, “tiro el pincel sobre la tela y él me dirige, no yo. Por supuesto, es más riesgoso que el que sabe qué va a hacer, pero el riesgo implica una aventura y eso es muy estimulante”.

“Yo no creo en el arte conceptual, hacer del concepto lo más importante no me interesa. Lo más relevante de la pintura es la pintura misma, la materia, el material, el pincel, la brocha, el gesto sobre la tela”. Si bien sus series se conocen bajo un concepto, como “Brujas” o “Curanderas”, explica que estos nombres surgieron posterior a su creación. “Yo no sé lo que voy a hacer, pero después que lo hago, lo reconozco y le pongo un nombre, porque hay que nombrarlo de alguna manera. Si hago algo y no lo reconozco, lo rompo, a menos que me diga que es algo nuevo, tan nuevo que no sé lo que es. Vamos a ver qué más le sigue, me pregunto, porque un cuadro, para mí, no está solo, tiene una génesis, viene de algún lado, de lo que hice antes. Todo está ligado”.

Cultura oficial.El doctor Oswaldo Vigas. Quizás así se le habría llamado a este médico egresado de la Universidad de Los Andes (ULA), pero el maestro nunca tuvo planes de ejercer: estudió la carrera cuando era muy joven porque le gusta “saber de todo” y le resulta inconcebible que una persona no sepa donde le queda el hígado, “todo ser humano, ante todo, tiene que conocerse a sí mismo, física y espiritualmente”. Esa noción, de alguna manera, guía sus trazos que siempre terminan tomando forma de figuras no naturalistas.   

Pero no todo ha sido pintar, dibujar, esculpir y modelar en la carrera de Vigas, también fue promotor de proyectos como el Festival Internacional de Música de Mérida, la Primera Muestra de Cine Documental Latinoamericano y el Museo de Arte Moderno de Mérida. Involucrarse en iniciativas de ese tipo es cosa del pasado, en parte, porque el Ministerio de Cultura nunca lo ha contactado para participar en alguno de sus planes, “felizmente”, acota con una sonrisa.

Del lado oficial, tampoco ha habido interés en organizar alguna muestra de su trabajo, y “mira, lo hubiera aceptado, me hubiera encantado, pero no les interesa. Creo que el gobierno actual de Venezuela no se presta para eso. Hay unas mega-exposiciones en las que me han incluido a mí, porque no me piden mi opinión, simplemente cogen un cuadro mío de los museos y lo ponen, y yo no voy a ir a reclamarlo. Son exposiciones en las que mezclan todo, sin ningún criterio. Esa es la política cultural, mezclar todo”.

Explica el maestro Vigas que para que un artista viva de su obra debe trabajar por años, con constancia y disciplina, para darse a conocer, a respetar y ganar al público que desee pagar por la calidad de su trabajo.

“Yo tengo 60 años pintando y desde que comencé vendí mi obra porque, por alguna razón, gustaba y nunca ha dejado de atraer. Entonces, por eso la gente me busca, no porque le pongo un revólver, al contrario: tengo buena cara, buena disposición, mis precios no son exagerados y porque nunca vendo una obra más barata de lo que ya la vendí antes, eso sería robar al que la compró previamente. Si me compras un cuadro hoy y dentro de un año vuelves a buscar el mismo cuadro, sabrás que ya subió de precio, no bajó y por eso lo quieres guardar, porque sabes que vale más”, explica.

Vigas confiesa que mantener ese criterio de integridad toda la vida –como artista honesto que vive de su trabajo–, ha sido un sacrificio; en muchos momentos necesitó el dinero y alguien llegó a tentarlo ofreciéndole menos por alguno de sus cuadros, pero nunca cedió. A su parecer, esa posición tiene que ver con la seriedad que proyecta el artista, y es que “para que te respeten, primero tienes que respetarte a ti mismo, y después respetar a la gente con la que tratas. Esa idea es muy importante en el mercado del arte -que es un mercado querámoslo o no-. El arte tiene un mercado y tiene sus reglas que hay que respetar. En primer lugar tienen que respetarlas los artistas, y luego, los coleccionistas”.

Mílitza Zúpan


PUBLICADO: 23 de abril de 2014