Youtube

Presidente de Fedecámaras:“El país ha entrado en modo negociación”

Es cierto que hay que precisarlo, pero Carlos Fernández Gallardo, el empresario zuliano, gremialista de larga data, y ahora presidente de Fedecámaras, lo admite: pertenece al sector de los optimistas. “Es una actitud ante las circunstancia”, dice él, que sin embargo no se engaña. 

Fernández Gallardo, que es considerado por su entorno como un “lector voraz”, estudioso del filósofo español José Ortega y Gasset y un apasionado de la narrativa hispanoamericana, reconocía en su primer discurso al frente de la principal organización de gremios empresariales que Venezuela es una nación que se está desintegrando. Solo que en lugar de cruzarse de brazos, él propone desoír el canto de las sirenas, eludir a los cíclopes y como Odiseo regresar a Ítaca.

Como los fenicios, trazar un viaje a la modernidad, para lo cual urge hallar los caminos para cambiar la historia siendo inclusivo, dialoguista, y contemporizador, pero igualmente firme y decidido en que el progreso vendrá de la mano de la empresa privada y el mercado, como factores indudables del bienestar. Y aunque no espera él un salto económico espectacular, transformador,  al menos confía que los acuerdos de México se conviertan en el primer paso para el cambio.

-Venezuela ha entrado a un nuevo ciclo de negociaciones. Llegamos a México y  parece haber diferencias con respecto a los esfuerzos de Santo Domingo y Barbados. Por ejemplo: Hay muchas personas que ven con buenos ojos las negociaciones. Algunos intelectuales importantes. Políticos. Economistas. ¿Qué dice usted?

-Uno de los principales esfuerzos de estos primeros días de gestión ha sido precisamente eso: tratar de animar, empujar, propiciar y, quizás en cierta medida, proteger para que se inicie el proceso de diálogo en México. Y me parece que es bastante halagüeña la situación en la que se está dando. Lo decimos por varias razones. En primer lugar, porque creo que hay un aprendizaje de las delegaciones. Todos han aprendido de los fracasos de los anteriores intentos. En segundo lugar, creo que la situación está cada día está más complicada, incluso más que cuando ocurrió el encuentro en Santo Domingo, en Barbados. La situación política está más crispada, más compleja. Y también la situación económica está mucho más agraviada. En tercer lugar, vemos que hay una coincidencia importante entre lo que está pensando la población y lo que está proponiendo la dirigencia, y eso da mucha fuerza. Hay estudios de opinión que dicen que tres de cada cuatro venezolanos quieren que, a través del diálogo y la negociación, se resuelvan los problemas de los venezolanos. Y también creo que es no menos importante que en las delegaciones hay observación internacional o gente de otros países involucrados en el esquema. Además de que ha habido declaraciones importantes, tanto de parte de la delegación de la oposición como la de Nicolás Maduro, acerca de la importancia de la reunión de México. Por supuesto que el objetivo es un acuerdo integral, pero también se van a permitir acuerdos parciales, sectoriales, puntuales, que creemos que son muy importantes porque dinamizan el mismo proceso y ayudan a generar confianza entre las partes. Todo parece indicar que hay real voluntad política de que sea exitoso.

-Se lo pregunto porque en su discurso como nuevo presidente de Fedecámaras ha dejado más que claro que no hay otra hoja ruta que la negociación.

-Esa es una convicción nuestra, institucional. Es también continuar una línea que trazamos hace dos años. Quiero recordar que para la asamblea de 2020 trajimos al Premio Nobel de la Paz (Juan Manuel Santos), y ahí el cardenal (Pietro Parolin) pronunció aquella famosa frase: “Uno negocia con quien le toca y no con quien le gusta o con quien quiere”. Después hicimos un evento en noviembre que se llamó Camino de negociación, en el que trajimos al país la experiencia de Colombia, de Irlanda del norte, y de Túnez. Después recibimos a Jorge Rodríguez con la Comisión de Paz. Y dimos de alguna manera un apoyo expreso, explícito, público y comunicacional, al tema del CNE. Nosotros insistimos en que hay que volver a la política. Creemos que el diálogo es un gran avance de la civilización. Es preferible resolver las cosas con diálogo,  conversación o negociación, que de otra manera más abrupta, más violenta. Nosotros insistimos en que ese es el camino. La paz es el camino. Y el camino es la paz. No hay otra salida que sentarse a negociar, resolver el problema político, pero también pensamos que las mesas, después de haber resuelto el tema político y lograr la reinstitucionalización de las instituciones públicas del país, deben aprovechar para abordar otros temas. Y el tema económico espera por un espacio como ese para buscar articular grandes soluciones, grandes decisiones políticas, que permitan  el desarrollo de esquemas y de modelos que realmente contribuyan a revertir la situación económica que tenemos.

-La presencia de Delcy Rodríguez en el encuentro de Fedecámaras es cónsona con su discurso de negociación y diálogo. Y sin embargo fue duramente criticada por algunos sectores. ¿De verdad usted cree que el gobierno está interesado en negociar?

-Yo creo que el país está entrando en modo negociación, en modo “vuelta a la política”, “vuelta a la movilización ciudadana”, “vuelta a la participación”. Lo decimos con toda humildad. Saber si podemos entrar en negociaciones es quizás una pregunta bastante difícil. Lo que sí veo es la voluntad del acercamiento, de abrir las puertas para que se lleven propuestas y planteamientos de soluciones a temas específicos. Ya sentarse en un esquema de negociación gobierno-empresa privada, no está planeado ahora. No creo que esté dada la situación ni digamos las condiciones para arrancar eso. Pero sí hay acercamientos, digamos.

-Vamos a tratar de voltear la pregunta. ¿Qué diría que le puede ofrecer la oposición al gobierno?

-Yo creo que ha cambiado mucho la voluntad de ambas partes. Aquí hay un hito importante. Cuando se decreta la emergencia por la pandemia, comenzó una serie de reuniones entre ministerios y sectores nuestros. Reuniones sectoriales entre el Ministerio de agricultura y la gente del agro, con Cavidea (Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos), Fedenaga (Federación Nacional de Ganaderos), etc.  Y ahí obviamente se encontraron temas transversales que tenían que ver con todas las actividades económicas y la declaración de la cuarentena. Habían sectores prioritarios y otros que no.  Nosotros nos acercamos a la vicepresidencia. En ese momento hicimos una declaración, nos dirigimos al país, y ofrecimos garantía de suministros de los bienes esenciales durante la pandemia. Creo que fue un mensaje muy importante porque, acuérdate que el lunes todo el mundo pega seis caballos, pero en ese momento había mucha incertidumbre. Nadie sabía el alcance de la emergencia. Y ahí se hicieron muchos planteamientos. Tuvimos la oportunidad de decirnos las cosas con respeto e invitarnos ambas partes a tratar de construir una relación que estaba suspendida, deteriorada, durante muchos años.  Nosotros lo que veníamos era a tratar de ofrecer soluciones para la gente. No queríamos privilegios ni dádivas, solo que nos dejaran brindar soluciones. Si a eso le sumas la asamblea, el Camino de la negociación… A nosotros no nos sorprendió la solicitud de Jorge Rodríguez, porque habíamos tenido ya encuentros con el grupo de Boston, con todos estos grupos que querían sentarse a negociar, y habíamos tenido también reuniones con agentes  internacionales: cancillería, el Grupo de paz. Todo el mundo sabía que estábamos en esa onda de encausar el país por el camino de los encuentros. Lo que sucede es que los otros encuentros con la vicepresidenta habían sido, digamos, más modestos en cuanto a publicidad. No habían tenido la cobertura del que tuvimos con Jorge Rodríguez. Y creo que por eso el gobierno decidió por primera vez desde 1999 asistir a nuestra asamblea. Fedecámaras invita tradicionalmente al presidente de la república y a los ministros con los que más tiene relación. La última vez que estuvo presente el presidente Chávez fue en la asamblea de Maracaibo en 1999. Al final vino la vicepresidenta y ya todos sabemos lo que dijo y la cantidad de centimetraje, si es que aún se puede llamar así, que le dedicó la prensa a su presencia.

-¿Qué le puede ofrecer el gobierno a Fedecámaras?

-El gobierno tiene muchas posibilidades, porque tiene el control de la administración pública, tiene el control del territorio, y la posibilidad de dictar una serie de medidas, de hacer reglamentos, dictar decretos y, además, controlar al partido dominante en la Asamblea Nacional. Tiene entonces la posibilidad de interactuar con el mundo privado. Pero lo más importante es lo conceptual. Lo más importantes es que lo que nos dice la profesora Carlota Pérez, quien pronunció aquella frase que yo estaba tratando de encontrar desde hace más de veinte años:  “Los países que han avanzado en los últimos años son aquellos en los que ha habido coordinación y complementación entre el sector público y el sector privado”. Y yo creo que eso es fundamental.

-Juan Pablo Olalquiaga, ex presidente de Conindustria, comparte que se debe hablar con el régimen, pero días atrás agregaba textualmente que “no como lo hace Fedecámaras”.

-Yo creo que quizás no tiene la información suficiente acerca de cómo se ha venido haciendo todo esto. Nosotros fuimos creando las condiciones, poco a poco, a través de mensajes que nos daba la sociedad en torno a lo que estaba dispuesta a aceptar. Por ejemplo, la presencia del señor (Juan Manuel) Santos tuvo una reacción en la sociedad y una reacción interna. Luego el grueso del empresariado recibió con beneplácito la reunión con Jorge Rodríguez. Y después recibió con más beneplácito aún, o menos resistencia, el comunicado de apoyo a la designación del nuevo CNE. Es decir, nosotros hemos venido creando esto. Pero hay que entender que después de tener una relación tan complicada durante 20 años, no puedes pretender que de la noche a la mañana vas a pasar la pagina y listo. Tú tienes aquí una dirigencia natural que tiene sus puntos de vista, una dirigencia que ha sufrido. Hay gente a la que expropiaron, gente a la que le quitaron su finca, y gente con diferencias ideológicas importantes. Pero las cosas se fueron dando de una manera mesurada, porque también había que esperar la propuesta de las otras partes para seguir avanzando en estos esquemas. Cada sector tiene su ritmo y su tiempo. Y los ritmos de la política son más lentos y más complejos que los ritmos de la empresarialidad. Y eso hay que entenderlo.

-En su discurso, hablaba usted de “regresar a Ítaca” citando a Kavafis. Pero habrá quien le diga que Venezuela está ya en el “desbarrancadero”, citando a Fernando Vallejo.

-El regreso a Ítaca es básicamente entender que es tan importante el camino como el destino. Y desde el punto de vista institucional, nosotros tenemos la creencia de que cuando el camino es largo, difícil y empinado, vas por el camino correcto. Porque no haces empresa, como no haces camino, en el corto plazo. Para hacer una empresa  sustentable y que tenga una buena posición dentro del mercado, hay que cumplir muchísimas condiciones. Y una de las cosas que necesitas es tiempo y constancia. Y eso es un poco lo que necesita el país. Pero cuando uno ve la meta lejos, también tiene que entusiasmarse con el camino, disfrutarlo, y aprovecharlo. Yo no lo he hecho, pero quienes han recorrido el Camino de Santiago no hablan precisamente de la experiencia del botafumeiro (en la Catedral de Santiago de Compostela). Hablan de la vivencia y de la belleza del paisaje. Venezuela tiene muchos años enfocada en la coyuntura. Y tenemos que resolver esa coyuntura, pero también tenemos que recuperar las perspectivas a largo plazo: a dónde queremos llegar y cuál es el camino que estamos tomando. Pero tenemos que entender que nos toca disfrutar el camino.

-Volvemos a su discurso: habló usted de los fenicios, de sus grandes viajes, y de cómo siempre supieron a dónde querían llegar. En el caso de Venezuela, dice usted que debemos aspirar a la modernidad. Pero, ¿no le parece que lo que necesitamos saber es cómo llegar?

-Más que el cómo, lo que necesitamos es saber cuál es el destino al que queremos dirigirnos. Y probablemente nosotros lo tenemos muy claro. Pero eso requiere el consenso de la sociedad. Y por eso nosotros propiciamos las negociaciones. Porque el nuevo modelo de desarrollo que el país requiere no debería ser impuesto por nadie. Para que un modelo de desarrollo sea exitoso, una de las cosas más importantes que necesita es el acompañamiento de la mayor cantidad de actores sociales y de la población. Venezuela requiere darse un nuevo modelo de desarrollo. Nosotros tuvimos durante años uno que fue muy exitoso: el rentista. Pero creo que tiene varios años trastabillando. Esta institución lo ha venido anunciando desde hace años al ver algunos síntomas. Ya todo el mundo ha dicho que el rentismo se acabó. Ahora, ¿cuál es el nuevo modelo de desarrollo que queremos? Porque hacia allá tenemos que ir sabiendo lo que tenemos que hacer, cuáles son los sectores a los que tenemos que dar más importancia, a los que tenemos que dar mayores recursos… ¿Cuál  es la educación que vamos a necesitar para ese nuevo modelo? Porque no es lo mismo la educación para un modelo rentista que para un modelo productivo.  ¿Cuál va a ser la relación de la sociedad con el petróleo? ¿Cuál es la relación que va a tener la sociedad con la generación de riquezas? ¿Va a haber todavía muchos sectores ocupados por el Estado o van a dejar que la iniciativa privada participe en esos sectores? Todo eso tenemos que acordarlo. Y seguramente pronto nos daremos cuenta y nos acordaremos de que la política económica  a lo mejor tiene que ser una política de Estado.

-Ha propuesto usted un modelo productivo inclusivo en lo económico, político y social. Diría Luis Miquelena: ¿Cómo se cómo eso? La verdad es que luce como una entelequia.

-Más que una entelequia, podría parecer una fantasía o un sueño irrealizable. Pero cuando revisas el desarrollo de los países que han tenido buen desempeño en los últimos años, te vas a conseguir que en todos estaba clarísimo el modelo que querían hacer. Con sus costos y sus ventajas. Te voy a poner un ejemplo quizás no tan reciente: el de Corea. Quiso ser un mercado basado en exportaciones de productos básicos y ser el mejor en acero, pero no tenía ninguna ventaja comparativa. Tenía que traer el carbón de Australia y el hierro de China. ¿Qué hizo? Se dedicó a desarrollar ventaja competitiva durante veinte años y hoy es el productor de acero más eficiente del mundo. Eso es un poco lo que los países tienen que entender. Yo no creo que sea utópico y te voy a decir por qué: Nosotros tuvimos un modelo exitosísimo que  hicimos hace cien años. Y lo hicimos con tres cosas fundamentalmente. Con petróleo... y aquí todavía hay petróleo. Lo hicimos aquí… y todavía estamos aquí. Y lo hicimos los venezolanos… y, sin menospreciar a los de antes, hoy somos más. Y si me dicen: “Bueno, cualquiera lo hacía con petróleo”. Pero hubo muchos países que tenían tanto petróleo como Venezuela y no lograron un modelo de desarrollo económico y de inclusión social como el que hubo aquí de los años 20 hasta el 78. Eso no lo veías en Nigeria ni en Ecuador ni en México, todos países petroleros. Entonces algo hicimos bien. Y por qué si lo hicimos bien hace cien años, ¿no lo podemos comenzar a hacer bien ahora? A lo mejor no vamos a ser un país petrolero con el peso que teníamos, pero yo creo que eso está ahí. Y creo que hay voluntad de los actores económicos, enfocada en el tema productivo, porque saben que la renta se acabó.

-¿Realmente ve síntomas palpables  de mejoría?

-Probablemente este año se siembre más que el año pasado. Y no hay financiamiento. Y no hay semillas que esté trayendo el gobierno. Ni agroquímicos que esté trayendo el gobierno. Los agentes económicos privados han buscado modelos de gestión distintos y están respondiendo. ¿Eso significa que tenemos la mejor siembra de la historia? No. Pero es mejor que la del año pasado. La sociedad ha entendido que hay que responder. Y eso para mí puede ser el puerto de llegada. Porque lo más importante de la metáfora es que el día que definamos el puerto de llegada, tenemos que acordarnos para que cuando venga la tormenta, en vez de empujarnos unos a otros, nos abracemos para no caernos al mar. Ese es también el mensaje. Pero se necesita compromiso y consenso profundo. Y ojalá esta mesa sirva para que, después de arreglado el tema  político, digan: “Vamos a tratar ahora los otros temas que requieren solución en el país”.

-Hablemos de la dolarización. Se ha referido usted a la dolarización como una “solución de mercado” que terminó imponiéndose como modelo casi por selección natural.

-No fue por azar… Te pregunto: ¿Quién diseñó la dolarización? ¿Quién la implementó? Nadie. Y todos, a la vez. ¿Por qué? Porque había una necesidad. Había un constreñimiento legal. Pero hubo también un evento importante: el apagón. La gente empezó a darse cuenta de una ventaja que tiene la moneda y que se había perdido: la reserva de valor. Todos nosotros conservamos nuestro valor, nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, en moneda. Tú no te quedas el maíz que sembraste, ni el otro se queda con el queso que produjo. Todo el mundo lo vende y lo convierte en su reserva. Guardas tu esfuerzo. Y la gente se dio cuenta de que tiene que salir a comprar el viernes, apenas recibir los bolívares, porque el lunes tendría menos poder de compra. Eso fue entonces una solución del mercado. Yo no he visto todavía ningún estudio de esa época que sugiriera: “Vamos a dolarización”. Tampoco un cronograma que fijara cuándo empezaríamos a hacerlo. Ni siquiera alguien que dijera: “Tenemos un acuerdo para que nos cambien los billetes viejos y nos manden billetes y monedas para poder dar el vuelto”. Nada de eso existe. Pero está funcionando. Y yo estoy seguro de que la iniciativa privada tiene muy buena capacidad para resolver nuestro problemas.

-El economista Asdrúbal Oliveros explicaba semanas atrás que más de la mitad de la población maneja divisas, pero agregaba textualmente que “eso no quiere decir que tenga suficientes dólares para vivir. Pero, efectivamente, esa estructura dolarizada no logra llegar, al menos por la vía formal, al Estado”.

-La dolarización es una realidad. Y por cierto, donde más profundo te vayas, quizás más la consigas. Si vas a Zulia, Táchira, Apure, Tucupita o al sur del estado Bolívar, ahí la presencia del dólar es bien importante. Eso es una realidad que se impone. Creo que uno de los impactos positivos de la dolarización y de la dinamización, poca, que hay en la economía, es que al tener la reserva de valores de la moneda, Venezuela renunció a una cosa que se había perdido con la hiperinflación en bolívares: el crédito comercial. Antes llamabas a tu proveedor para que te mandara cien vasos y te respondía: “Son 100 bolívares”. Y si no le podías mandar nada, no te enviaba nada. Hoy llamas al proveedor y te responde: “Llévate 200 y me pagas en 30 días”.

-Uno de los grandes problemas de los venezolanos es su ingreso. ¿Cómo recuperar los sueldos de los trabajadores? ¿Qué políticas públicas hay que poner en práctica para lograr aumentarlos?

-Nosotros estamos haciendo nuestros mejores esfuerzos por tratar de llevar un planteamiento que convenza a todos los actores de que el principal problema económico del país es la insuficiencia de ingreso. Hay que entender que el país ha perdido productividad. También hay que entender que hay un tema importante de seguridad social: cinco millones de pensionados. Tenemos que hacer un esfuerzo entre todos que tiene que ver con políticas laborales,  políticas fiscales, para ver cómo hacemos para que cada día los trabajadores puedan llevar más ingresos a la casa. Eso no es sencillo. No es una oferta sencilla de Fedecámaras o de cualquier actor.  Porque quisieras pagar mucho más, pero tienes una realidad: una economía que es 27% menor de lo que era en 2013. Un producto interno bruto per cápita mucho menor que el que tenías en 2013. Tienes muchas empresas que están trabajando en muy bajo porcentaje de ocupación porque tiene estructuras fijas que mantener. ¿Y cómo mantengo esas estructuras fijas bien remuneradas si no estoy produciendo lo suficiente? Es un tema muy complicado que necesita políticas de largo plazo. Pero, eso sí, hay que asumirlas pronto, porque la gente no puede vivir con lo que está viviendo. No le alcanza con lo que está recibiendo.

-Hablemos de tres casos específicos en los que Fedecámaras se ha involucrado de lleno.El primero: ¿en qué punto se encuentra la negociación por las vacunas contra el covid-19? Se ha especulado que el gobierno no le dio luz verde a la propuesta de Fedecámaras porque el ex presidente Ricardo Cusanno tenía aspiraciones presidenciales.

-En primer lugar, Ricardo Cusanno no tiene aspiraciones políticas, como él lo dijo, como yo se lo digo, y como el tiempo lo va a ratificar. En segundo lugar, aún no hemos recibido respuesta a esa propuesta. Sin embargo, cuando estuvo aquí en la Asamblea, la señora Delcy Rodríguez dijo que había un plan de vacunación para el sector privado. No sabemos si es en función de nuestra propuesta o si se trata de un esquema distinto. Hasta ahora no nos han dicho que no. Tampoco nos han dicho que sí. Y a mí como me gusta ver siempre el vaso medio lleno, pienso que quizás están determinando cuáles son las vacunas que van a llegar por el convenio bilateral que ellos han firmado y cuántas van a llevar por el covax.

-El segundo: Cuando usted formó parte de la Comisión de diálogo, la paz y la reconciliación , se habló de la posibilidad de regresar a sus dueños aquellas empresas que fueron expropiadas y luego estatizadas por el gobierno. ¿Qué ha ocurrido con eso?

 -Hay una propuesta para entregárselas a sus dueños, hay una propuesta que se aceptó, y hay una propuesta que está adelantada. Se están estudiando casos  específicos. Se ha hecho consultas en materia de temas legales, temas administrativos, para ir avanzando en eso. Es parte del programa de devolver a sus legítimos propietarios los activos que no han sido pagados. Pero eso es complicado, porque son muchas. Y es mucho trabajo. Pero la voluntad de hacerlo está vigente, está viva.

-El tercero: Mucho se ha hablado en los últimos días acerca de la exoneración del pago de aranceles de ciertos productos (textiles, autopartes, material médico, alimentos), lo que para muchos ha perjudicado la producción nacional. Se habló de casi 600 productos, pero la verdad es que son casi 3.000. ¿Cuál es la posición de Fedecámaras?

-Recientemente salió la modificación de aranceles de 597 productos. Nosotros estamos esperando la posición definitiva de nuestro sector, porque cada uno de nuestros sectores tiene una opinión y nosotros, por nuestra propia naturaleza, primero debemos escucharlos a todos para luego conciliar entre ellos,  y luego fijamos una posición.

-Volvamos a Asdrúbal Oliveros. En una entrevista que ofreció a Prodavinci, identificaba tres grupos empresariales en Venezuela. El primero, formado por empresas tradicionales que conocen y han sufrido el entorno durante años. El segundo, formado por empresas cuyo desarrollo tiene que ver con sus conexiones con el poder, esos que coloquialmente llamamos “enchufados”. Y el tercero, formado por nuevas empresas no necesariamente asociadas con el poder, muchas de las cuales no puedan madurar y mueran en el camino. Vamos a enfocarnos. ¿No es desolador el panorama?

-No. De cada 100 emprendimientos, 97 mueren en menos de tres años. Pero esa es la vida del empresario de verdad. Yo no conozco a ninguno que no se haya dado trastazos. Yo tengo récord mundial de fracasos. Pero es que una de las cosas que necesita la empresa, es tiempo. Volvemos al tiempo. Es una condición sine qua non. ¿Sabes que empresa fracasó? Kodak, que lo tenía todo como empresa. ¿Te acuerdas de que hace pocos años uno de cada tres teléfonos era Nokia? ¿Dime dónde consigues uno nuevo hoy? Fracasó.  Porque el mundo de los negocios es muy complicado. Es un ecosistema con cincuenta mil variables  y si te descuidas te tumba. Apple tiene que estar pendiente todo el tiempo de seguir innovando. No es desolador. Es así. Por eso yo le digo a los emprendedores: el dinero existe, lo que hace falta son ideas que se puedan implementar.

-Hay un sector que se ha proclamado “optimista”. Allí están Alberto Vollmer, está Horacio Velutini, quien planea construir un bulevard en Las Mercedes al estilo de Times Square. Y seguramente usted también. ¿De verdad hay razones para ser optimista?

-Primero tenemos que entender qué es optimismo. Yo siento que para muchos el optimismo es una valoración de riesgo. Y eso no es optimismo: Es una actitud ante la circunstancia. Los que somos empresarios de toda la vida, tratamos de ver oportunidades cuando la gente ve dificultades, porque de lo contrario no puedes construir empresas en el largo plazo. Y por eso es importante lo de los fenicios y la tormenta. Porque cuando dices “como no tengo crédito bancario, no tengo subsidio del gobierno, y no tengo ayuda para comprar las semillas, tendré que dejar de sembrar”, siempre hay otro que piensa “entonces yo voy a cambiar mi negocio. Voy a hablar con la señora Yubirí, que tiene dinero, y le voy a pedir que se asocie conmigo, y le doy la mitad de la cosecha”. El asunto es tú te inhibiste y el otro buscó la oportunidad y obtuvo mejor rendimiento. ¿Qué fue lo que ocurrió el año pasado con los que sembraron? Tuvieron la suerte de que llegó una semilla distinta y que les llovió como nunca. Esa gente que tenía 4.000 kilos por hectáreas, sacó 7.000. ¿Por que? Porque se las arregló. Es una actitud ante las dificultades. Y otra cosa que es importante de Itaca: en la medida de tu optimismo, también va a depender mucho tu horizonte. Por eso yo admiro mucho a los operadores financieros de Nueva York, que trabajan en base a un horizonte de 90 días, pero tienes que comprar hoy la acción. Y tú piensas: “¿Y si cae?”. Es decir, si yo compro una acción de Apple estoy seguro de que en diez años voy a tener utilidad. Lo que no estoy seguro es que la vaya a tener a 90 días. Así que creo que Horacio (Velutini) seguramente está pensando en 2050 cuando habla de construir algo similar a Times Square en Caracas.

-Son realidades muy distintas….

-Nosotros acabamos de ver en Trujillo a un señor que está construyendo un centro comercial él solito. Y nada te indica que lo esté haciendo con plata rara. Le está echando pichón a todo pulmón. Y no quiere vender ni un solo local. Y lo más bonito es que el 60% de los locales, que aún no está listo, ya ha sido alquilado. Tiene 1.200 metros alquilados. En Perijá hay gente recuperando su finca a pesar de que no hay electricidad. ¿Por qué? Porque le están pagando la leche en dólares. La busca una persona que hace queso. Y muchas empresas grandes están abandonando los mercados que les quedan muy lejos, porque tienen muy pocos camiones y si se van para Táchira pierden una semana. Pero hay un tipo en La Grita que dice: “Si este no vienen, yo lo voy a hacer aquí”. Es una hecatombe, pero también es otra cosa. La recuperación del país va a comenzar de abajo hacia arriba, y de la periferia al centro. Porque mientras más alejado estés de los centros de poder, más alejado también estarás de un criterio rentista. Nosotros hemos visto que el empresario venezolano dejó atrás el concepto rentista y está trabajando el concepto productivo, enfocado en ver cómo hace para mantener su empresa sin ayuda de nadie. Esos son motivos para decir que sí hay condiciones para tener un futuro mejor.  Lo hemos dicho: No habrá un salto económico espectacular, transformador, si no hay reinstitucionalización. Y eso es lo que esperamos de los acuerdos de México.

 

 

 

 


PUBLICADO: 17 de agosto de 2021