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¡Se sacó la chicha!

 

¿El índice Big Mac? ¿Proxy de recuperación de la economía? Pedro Rodríguez no sabe qué es exactamente. Pero si le preguntan por el furor que ha causado la venta de su chicha a uno, dos y tres dólares en el bulevar de Sabana Grande y si acaso puede ser considerado un síntoma inequívoco de reactivación de la economía venezolana, dirá sin rodeos: “La crisis está intacta, patrón”. Y agregará: “Pero ya la gente está cansada y ha comenzado a salir a la calle a hacer su plata”.

Él, que tiene 29 años, nació en Caracas, estudió bachillerato en el liceo La Aplicación y a los 15 lo dejó todo para comenzar a trabajar, simplemente decidió hace tres meses replicar la receta de la chicha que hacía su madre en Trujillo, quien por cierto falleció ocho meses atrás, y salir a la calle a venderla.

Una receta que obviamente no planea compartir con nadie. Y menos ahora que decenas de personas hacen filas de quince minutos o media hora para probarla, y que se ha convertido en tendencia en redes sociales como Twitter e Instagram.

Lo único que se atreve a revelar es que la prepara en su casa con leche, pasta, vainilla y un toque de canela. Que luego la guarda en cuatro o cinco termos de plástico que traslada “en libre” (taxi) al día siguiente, a las 10:00 de la mañana, hasta la avenida Abraham Lincoln con calle Negrín de Sabana Grande (justo a un lado del restaurante de comida rápida Arturo’s).

Y que una vez allí monta uno de los termos sobre su local ambulante (que no es más que “un carrito de supermercado” que uno de sus dos hermanos mayores improvisó y decoró con cartón piedra), y a las 10:30 aproximadamente comienza la venta.

A un millón quinientos mil bolívares (Bs. 1.500.000) el vaso pequeño. A dos millones ochocientos (Bs. 2.800.000) el mediano. Y a un dólar ($ 1,0) el grande. Mientras que para llevar los precios llegan a dos dólares ($ 2,0) el envase mediano de plástico, por cierto, semejante a los que usan los restaurantes de comida china para entregar el arroz. Y a tres dólares ($ 3,0) el grande. 

¿El secreto de su éxito? Pedro Rodríguez responde sin mucho pensarlo que es por causa de “la economía” y también por la calidad de su producto: “A la gente le gusta mucho el dulce y me han comentado que les gusta el sabor de mi chicha”.

Porque a diferencia de los demás vendedores de chicha de la zona, fue él quien comenzó a añadirle algunos ingredientes (“toppings”, los llama)  que compra “al por mayor” en el mercado de Quinta Crespo: galletas oreo en polvo, barquillas de pirulín y de flaquitos, fruty aros de Maizoritos, leche condensada y canela. Además de que la punta del pitillo la rellena con sirop de chocolate.

En un día vende los cuatro o cinco termos de plástico. Es decir, entre 100 y 120 vasos. Y la mayoría paga con tarjeta de débito. “Yo poseo mi propio punto”, aclara él, que reconoce sin embargo que no son pocos los que se acercan con billetes de uno, cinco o diez dólares y, claro, igualmente los acepta. Por cierto: no los revisa con lupa, como hacen en las grandes cadenas de supermercados. Y hasta da vuelto.

Rodríguez, que jura que nunca había escuchado hablar de Asdrúbal Oliveros, el economista, director de la firma Ecoanalítica, quien ha venido repitiendo hasta el cansancio que “la liquidez en dólares que circula dentro de Venezuela es prácticamente cinco veces más que la liquidez en bolívares” y que “más de la mitad de la población maneja divisas, aunque eso no quiere decir que tenga los dólares suficientes para vivir" (ver entrevista en Prodavinci); no ha tenido tiempo para leer todo lo que se ha dicho de él y de su chicha en Twitter.

Por eso es que no recuerda ninguno de los dos comentarios que hizo Oliveros en su cuenta oficial de la red social de los micro textos. El primero (con no poca ironía): “Qué importa el PIB o las cuentas nacionales, la venta de chicha es el nuevo indicador para explicar la recuperación de una economía”. El segundo: La verdad que tenemos que estar bien jodidos (me perdonan el francés) como país o sociedad, cuando una cola para comprar una chicha en Sabana Grande es un proxy de recuperación de una economía”. Hablando de proxys, ¿será que en vez del índice Big Mac tendremos que hablar del índice Chicha?

En fin, bastante trabajo que tiene Pedro Rodríguez para ocuparse de esos menesteres. Y problemas. Porque la policía se acerca de cuando en cuando a “echarlo” del lugar.  Y porque le ha salido competencia. Vendedores de chicha había antes que él, lo confiesa, pero no que le pongan “toppings” al producto. Pero Pedro respira tranquilo: nadie tiene filas de clientes como él.

Hasta se mandó a hacer no una sino diez franelas con el nombre de su marca: Chicha Ta’Fina. Para que lo reconozcan fácilmente a él y a su producto, que ya tiene logo, diseñado por un amigo que no le cobró ni un centavo, y hasta dirección oficial en la red social Instagram: @chichastafina02. El año que viene, dice, la registrará y, por qué no, si Dios quiere, abrirá un localcito en algún lugar de la ciudad. Después de todo, bastante que se ha “sacado la chicha”.


PUBLICADO: 08 de julio de 2021