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La migración de la opinión pública

Según la tradición ilustrada y la concepción habermasiana, la opinión pública sería el producto de una libre discusión, informada y racional, que se suscita en una sociedad democrática. Piénsese en los salones o cafés europeos del siglo XIX. Ahora bien, en la actualidad no solamente encontramos nuevos ágoras digitales (Facebook, Twitter, mediablogs, chat) sino que los avances en las neurociencias apuntan hacia el fundamento emocional e inconsciente de muchas decisiones, representaciones y conductas sociales.

En la sociedad posmoderna, la comunicación y la política son otras. Concretamente, en un contexto como el venezolano, donde se irrespetan los derechos humanos en general y el derecho a la información y la comunicación en particular, consagrados en la constitución y en diversos convenios y tratados internacionales; muchos ciudadanos han tenido que recurrir a las redes sociales y a la televisión por cable. Este fenómeno no es original; se ha producido en el seno de otros sistemas autoritarios y totalitarios en el mundo. En nuestro país, encontramos la denominada hegemonía comunicacional o el control directo o indirecto del gobierno de la mayoría de los medios radioeléctricos a través de la censura, la autocensura, cierre y compra de medios, agresiones y presiones hacia los periodistas, la asfixia de la prensa, el control de la televisión por cable y la vigilancia electrónica (bloqueo de imágenes de Twitter, Zello y la VPN Tunnel Bear). En realidad, se trata de la hegemonía gramsciana sobre todos los aspectos y dimensiones de nuestra vida cotidiana, verbigracia, el control biométrico o biopolítico del consumo en los puntos de venta de Mercal o PDVAL aunado a técnicas de seducción consumista y servidumbre populista.

En el campo comunicacional, alrededor de los mass mediaconvencionales se ha producido una cierta espiral del silencio. Ahora bien, afortunadamente, desde hace tiempo se ha superado la concepción de la opinión pública como aquella que surge, unilateralmente de la influencia de los medios de comunicación tradicionales sobre un amplio público pasivo. Algunas audiencias se han transformado en verdaderos emisores que compiten y, a veces, contrarrestan los mensajes de los agentes tradicionales, deciden los trend tropicse intervienen en los temas de la agenda del día. El cyberperiodismo ciudadano compite y, a veces, desplaza al periodismo profesional. Para Manuel Castells, con la Web.2 y Web.3 surge la autocomunicación de masas, caracterizada por su interactividad y su simultáneo potencial masivo. Las redes sociales coadyuvan a la construcción mediática de la realidad social; contribuyen al establecimiento de la agenda setting y marcan pautas de opinión pública. Es decir, en la creación de la opinión pública habría que considerar tanto el papel de los medios tradicionales como el nuevo rol de las redes sociales, como plataformas de especial influencia. Por cierto, en dichas redes se suele poner de manifiesto la inteligencia conectiva, es decir, aquella que surge de la cooperación espontánea y de interconexiones entre actores individuales y colectivos.

El modelo clásico de comunicación de masas que incluía grandes emisores que tenían una supuesta influencia unidireccional y directa sobre el público ha quedado sin vigencia, ante la emergencia de las redes sociales y los mediablogsy la concomitante multiplicación, fragmentación y segmentación de unas audiencias que suelen cuestionar la credibilidad de los mensajes. Con la neurocomunicación, el esquema simplista de tipo conductista de estímulo-respuesta ha sido reemplazado por la interacción inputinternos y externos al cerebro humano, con la mediación de la cultura. Los cambios tecnológicos y sociales de los últimos lustros no son halagüeños para los sistemas totalitarios y autoritarios que pretenden controlar a la denominada opinión pública. Así como las tecnologías digitales aumentan las posibilidades de vigilancia por parte de las grandes corporaciones privadas y los Estados, las TIC ofrecen también a los usuarios una potencialidad de emisión inusitada y la posibilidad de sortear las nuevas alcabalas con innovaciones como las VPN (Virtual Private Network), en países como Irán, China, Bielorrusia y Venezuela, entre otros. El carácter reticular, rizomático y descentralizado de la red torna inviable la posibilidad de un control total.


PUBLICADO: 17 de julio de 2014