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La SEC para en seco a Elon Musk y lo fuerza a dejar la presidencia de Tesla

Tesla, como empresa, puede abrir muchísimos debates, pues conceptualmente se trata de una apuesta por el futuro, pero no en los términos en que Henry Ford, por ejemplo, se planteó su factoría de automóviles, sino en un plan abiertamente más "disruptivo", ese término que algunos usan para evitar el políticamente más controvertido, "revolucionario".

Es evidente que el negocio de Elon Musk va en línea con la lógica comercial de su mercado. Está claro que las tecnologías limpias impactarán no solo la movilización automotor, sino la producción industrial y las dinámicas más estructurales del desarrollo económico en el planeta; sin embargo, el estilo personal de un líder al que le gusta subvertir, quizás por el solo hecho de subvertir, le está pasando una onerosa factura a una empresa que, posiblemente, debería tener otro lugar en la historia.

La compañía registró pérdidas por USD 1.527,33 millones en el primer semestre de 2018, y es muy probable que, según diversos analistas de mercado, esta situación se mantenga en el segundo semestre. Algunas proyecciones dicen que, en plan optimista, la compañía desarrolladora -más que fabricante- de vehículos eléctricos puede terminar la segunda parte del ejercicio 2018 con una pérdida neta de alrededor de USD 1.100 millones. Sin duda, puede ser peor, al punto que esta es una proyección positiva.

"Catedrales" del mercado bursátil global, como Goldman Sachs y Bloomberg ven, con matices distintos, a una compañía con mucho futuro, que desarrolla ventajas competitivas difíciles de imitar, pero actualmente sobrevalorada por el mercado, lo cual plantea un punto de inflexión, no solo para los inversionistas de Tesla, sino para quienes apuestan, en general, por acciones de compañías "disruptivas".

El negocio de vehículos de Elon Musk es muy costoso, quema demasiado flujo de caja, advierten los expertos. Al cierre del primer semestre, de hecho, los gastos operativos fueron de USD 2.294 millones, frente a USD 1.833 millones del mismo lapso de 2017. Un aumento de 25,15% que el mercado vio con cierta tranquilidad. De nuevo: las expectativas eran mucho peores.

Posiblemente, el relativo respiro se debe a que los ingresos de Tesla subieron en la primera mitad del año, hasta USD 7.411 millones, desde USD 5.486 en la primera mitad de 2017, un 35,08%, lo que permitió una ganancia operativa de 1.075,5 millones. Un dato positivo que implicó, para el mercado, un cierto esfuerzo por hacer un manejo más ortodoxo de las finanzas en la automotriz.

"Con la SEC hemos topado"

Sin embargo, fiel a su estilo, Elon Musk intentó jugar con el mercado cuando su posición financiera no es del todo confiable. Una empresa que ha llegado a pedir crédito a sus proveedores y cuya valoración preocupa a muchos -escaldados, de hecho, por aquella "burbuja" de las punto.com y los desafueros de los bancos de inversión que desataron la crisis de 2008-, no tiene mucho margen para intentar subvertir las reglas.

En concreto, Elon Musk dijo, en un tuit -se ha desatado una peligrosa manía por tomar estos dichos como informaciones oficiales-, que estaba trabajando para retirar a Tesla del mercado de valores. Y no cumplió.

La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos o Securities and Exchanges Commission (SEC) no dejó pasar esta voltereta y anunció la apertura de un proceso judicial por presunto fraude contra Musk, además de imponerle una multa de USD 20 millones.

Inicialmente, el díscolo empresario -que actúa más como un "futurólogo iluminado" a veces, y algunos dirán que por el tipo de cigarrillos que consume- se negó a aceptar la sanción. No obstante, otra vez dio marcha atrás y aceptó cumplir con la pena pecuniaria y abandonar formalmente la presidencia de Tesla, aunque conserva un puesto en el directorio como consejero delegado.

El acuerdo con la SEC incluye la designación de un presidente independiente, y este es un punto candente, porque la pregunta obvia es: ¿Cuánto poder real tendrá ese personaje? ¿Podrá controlar la influencia de Musk en la empresa? El estilo del que, para muchos, es el empresario del momento es obsesivamente controlador.

Las notas sobre el acuerdo apuntan que el organismo regulador no le quita poder de decisión a Elon Musk sobre los asuntos de Tesla, pero le impone un sistema de contraloría que garantice más orden a los inversionistas y que las decisiones financieras obedezcan más a las realidades del mercado.

Hasta ahora, la apuesta por el modelo eléctrico Tesla 3 no va según lo esperado. Apenas en la última semana de junio se rompió el ciclo de incumplimiento de expectativas de producción que había afectado a la empresa, pues se produjeron casi 7.000 vehículos de los modelos 3, S y X.

Sin embargo, en diversos portales especializados en el sector automotriz se establece el consenso de que Tesla podría alcanzar una producción promedio de 6.000 unidades semanales en el corto plazo, lo que sería clave para mejorar el performance financiero de la organización en los próximos seis meses.

El problema es que Musk parece ser un líder que no prioriza la consolidación de los logros, no conoce la palabra mesura y, en consecuencia, con cada paso de avance, por más dificultades que haya implicado, genera otra expectativa sobreestimada. Ahora, la promesa es que Tesla producirá 10.000 unidades semanales de un plazo relativamente breve.

Otra historia son los problemas comerciales. Los centros de distribución en Estados Unidos muestran síntomas de colapso, por el crecimiento de la producción sin tomar en cuenta los aspectos logísticos que afectan a la cadena de ventas. 

Las ventas de Tesla son importantes, a pesar de que los vehículos Modelo S cuestan entre USD 92.600 y USD 112.000. El mercado, según Bloomberg, puede seguir siendo benévolo con las acciones de Tesla. Más de 50% de los inversionistas ve una perspectiva alcista de los títulos en la empresa en los próximos meses.

Sin embargo, la SEC ha puesto un límite que a muchos les parece necesario.

 

 


PUBLICADO: 30 de septiembre de 2018