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Venezuela vive la octava mayor depresión económica del Siglo XXI

La tragedia económica que padece Venezuela ya ha adquirido un carácter histórico en el mundo, especialmente porque su ocurrencia no está asociada a ni ninguna guerra abierta o catástrofe natural. Es obra de un experimento social y económico que ya lleva casi dos décadas de implantación.

La firma de asesoría económica @ecoanalica publicó una elocuente tabla que da idea de la magnitud de la contracción de la economía venezolana en los últimos cinco años terminados en 2017, que se estima en -37% del Producto Interno Bruto.

Como se puede apreciar entre las 12 depresiones económicas más graves de lo que va de siglo XXI, la de Venezuela ocupa el octavo lugar. Lo peor es que lo único que parece seguro es que el país seguirá subiendo en este ignominioso ranking.

De hecho, el Fondo Monetario Internacional acaba de predecir que la economía nacional puede caer en -18% en este 2018 y otro -5% adicional en 2019, lo que significa una acumulación de -23% en dos años, sin duda una dramática aceleración en el descenso.

Si estos pronósticos se cumplen, Venezuela pasaría, al cierre de 2019, al tercer lugar de este ranking.

Este ranking es solo una ilustración. El drama está en las implicaciones económicas y sociales de que estas expectativas definitivamente se cumplan, cosa que parece sensato pensar, porque las respuestas de política económica ante la crisis están demostrando su completa ineficiencia.

El dólar paralelo ha retomado su tendencia alcista con movimientos importantes -algunos sobre 20%- en los diferentes marcados, mientras que la OPEP registró que la producción petrolera volvió a caer en septiembre, lo cual da cuenta de que la estrategia de recuperación "con la clase obrera petrolera" no está funcionando.

Las depresiones económicas se caracterizan por una caída prolongada del PIB, con inflaciones y niveles de desempleo elevados y persistentes, con bajas sustanciales del consumo de bienes y servicios.

Hay disquisiones sobre las variables estadísticas para definir este fenómeno; sin embargo, un número importante de economistas considera que pueden definirse por caídas anuales del PIB deben ser iguales o superiores a -10%, y que este fenómeno se produzca por más de tres años consecutivos.

El ejemplo de libro de las depresiones económicas -aunque no es históricamente ni la más larga ni la más profunda- es la que registró Estados Unidos a partir del derrumbe de precios de la Bolsa de Nueva York en 1929.

El asunto es que se trató de una de las primeras crisis que alcanzó a las principales economías del mundo, aún cuando debe recordarse que las grandes potencias europeas estaban severamente destruídas por la devastación de la I Guerra Mundial y sus secuelas inflacionarias y financieras.

Entre 1929 y 1933, la economía estadounidense acumuló un desplome de 33%, con una tasa de desempleo de 25%.

En lo que va de siglo, los peores desempeños económicos se han registrado en Libia y Sudán del Sur, que son los únicos países que repiten con dos períodos distintos de fuertes contracciones de sus productos internos.

 

 

 


PUBLICADO: 14 de octubre de 2018